Cómo predecir el 2023
"El futuro ya está aquí, solo que no uniformemente distribuido" - William Gibson, 2003. O el futuro, tal vez, estaba desde hace unos años... No voy a predecir nada, la futurista, esta vez, serás tú
Llega fin de año e inicio de año nuevo, y con ello el ritual, en bastantes contextos, de publicar y leer predicciones para el nuevo año. Algo así como buenos deseos mezclados con moralejas y augurios, vestido de “experteza” y cientificidad (en forma de porcentajes % y “según x consultora/universidad”.)
Comienza un nuevo año, y queremos una mirada fresca hacia delante, resquicios donde anclar diferentes puntos de nuestras esperanzas, y poder anticiparnos a lo peor o, simplemente, cimentar nuestra desesperación casual sobre el futuro.
Es el propio estreno del año, casi 365 días nuevos por delante con su inicio de ciclo económico, laboral y social aparentes, el fenómeno que puede darnos algo de curiosidad por lo que podría ser.
Hay dos vías para definir una “predicción”:
1/ desde la vía estadística, es la declaración de proyecciones de tendencias (dirección limitada que marca una serie histórica de datos). Es decir, es una hipótesis, tomado de las ciencias físicas a la hora de hipotetizar comportamientos determinados de partículas, basado en datos y patrones previos, aplicando herramientas matemáticas como ecuaciones, logaritmos o incluso algoritmos… Por ejemplo, para predecir ciertos eventos astronómicos como los eclipses -que parecen irregulares desde la escala humana pero son bastante mecánicos…
2/ desde el lenguaje natural y la cultura pop, es el enunciado hecho en confianza, desde una posición de experto y observador constante de las demandas y cambios en un ámbito o sector, o sea, en posición de autoridad, de lo que *cree* que podría ser más plausible, creíble o con más potencialidad de acabar ocurriendo. Que, en la mayoría de artículos que giran estas fechas, es lo que más abunda para entonces. Lleva menos tiempo…
Plate nº7, Black’s General Atlas of the World 1873
Creo que hay una consideración más interesante ante el alud de predicciones y listas de tendencias de fin e inicio de año, que es el para qué. No solo en clave de utilidad económica, sino de impacto en una perspectiva más abierta. De propósito. La respuesta inmediata que se nos podría ocurrir es “para poder prepararnos a lo que vendrá”.
Definitivamente, el fin de un año y el inicio de otro nos marca una separación cultural, con trascendencia psicológica, que nos invita a sincronizar cierres de ciclo, y eso no es del todo baladí. Los inicios sincronizados, como rituales, nos ayudan realmente a figurar materialmente esos arranques (y, además, tras un pequeño período de no sé si llamarlo descanso para todas, pero sí de actividades no habituales como son las festividades). Como decía, la mirada hacia delante es una condición que es invitada cada comienzo de “ciclo”, imagino algo así como una revisión de la ruta a caminar, o navegar.
En un contexto en el que la complejidad no solo se ha elevado, sino se ha hecho más visible, en sus costuras, sus entramados, sus andamios sin fachada, menos cosas son fáciles de darles sentido -más cuando apenas tenemos tiempo para pensar en colectivo, por ende, construir conocimiento (tuitear, tootear, comentar parece que no cuenta en facilitar esos procesos de construcción de conocimiento colectivo, es más individualista, efusivo y de respuesta rápida y efímera).
Así que, si alguien nos ha facilitado el trabajo de asentar los principios rectores del nuevo año estrenado, la ruta a establecer, y en un contenido gratuito, lo que nos hemos ganado.
Pero precisamente es esta complejidad la que nos advierte, no desde la Covid, sino desde hace décadas que la predicción basada en modelos heurísticos* desde la experteza intuicionista (chuparse el dedo, alzarlo, notar la brisa y anunciar hacia donde va el viento) se rompe o es cada vez más limitada, y luego precisa recurrir a advertencias del tipo “son posibilidades, no certezas”. O que los modelos de predicción estadística, bajo modelos matemáticos más mecánicos, crujen a la que los contextos viejos se desmigajan con las transformaciones que se vienen.
*heurística tiene que ver con atajos mentales, cuentas de la vieja
Y los modelos matemáticos para contextos complejos son más -como es de adivinar- complicados, lentos (o que necesitan de maquinaria pepina como computación avanzada al servicio) y siempre van acompañados de notas de precaución, ahora sí necesarias como honestidad y transparencia: el mundo no es tan predecible como se pensaba hasta hace un siglo. Aunque se siga insistiendo con ello. Aunque cada vez sea más ridículo…
Creo que un para qué muy relevante es, más que anticiparnos a augurios y malos advenimientos adivinados por oráculos, como si el mundo fuese en verdad un mecanismo de dioses caprichosos, complicado pero sempiterno en su funcionamiento, que sean una herramienta más para fomentar una reflexión, una mejor relación con el mundo en el que nos ha tocado vivir y donde podríamos tener algo a decir. Bueno, es el tipo de reflexión base de Postfuturear, desde donde trabajo…
Cómo pensar el devenir
Y decía que me apetecía escribir algo al respecto, para luego preguntarme “¿por qué no explico cómo otras personas lo pueden hacer?”. Más como forma de articular la reflexión que no para presentarlo como una fórmula infalible y universal (que no lo es). Esto es un “starter kit” y creo que no es tan sencillo, pero prefiero que sea una invitación para tomar más confianza en desvelar una relación con el cambio tal vez un poco distinta.
El mundo está cambiando desde sus fundamentos materiales, no solo culturales. Decía L. P. Hartley en una novela suya que “El pasado es un país extraño”. Otros, parafraseándolo, que es el futuro el que debería parecernos un país extraño, por las grandes transformaciones que deberíamos esperar. Pero es que, y esto creo que debería ser muy central, hoy en día el presente nos parece un país muy extraño, exótico, raro.
Voy a intentar hacer una listícula para tratar de no hacerlo super largo:
Uno de los problemas de arranque es que, aunque nos parece natural pensar en el tiempo como un conjunto de ciclos que se repiten en un tiempo continuo (algo así como una línea recta con bucles distribuidos regularmente), marcamos una línea divisoria rápidamente entre “presente” y futuro”. Creo que es un ejercicio mental interesante reflexionar sobre qué consideramos presente respecto el futuro. Dónde acaba el primero, dónde comienza lo segundo: algunas personas consideran que es fugaz, una cuestión de microsegundos. Ahora es ahora y el futuro comienza en cuanto acabes esta frase, zas. Para otras, o de manera consensuada en algún momento de la historia en algunos sectores, son unos plazos: a trimestre vista, a año vista, a dos o cinco años vista
Es decir, pensamos (como una cosa cultural, insisto, no es universal a toda la humanidad) el presente en contraposición o como contradicción al futuro. Y como contradicción al pasado. Si es A, entonces no puede ser B, ni tampoco C.
Pero en cambio hay una serie de procesos o “tendencias”, de diferentes índoles, como por ejemplo económicas, o ecológicas, o sociales, que son estructurales, algo así como “muy fuertes”, y tienden a tener continuidad. No entienden de nuestra separación “fin de año-inicio nuevo” -aunque las climatológicas más o menos, por su proximidad con el solsticio, puede parecer que coincidan un poquito más, y luego se marcan cierres de ciclos administrativos, como consecuencia al consenso fin-inico de año. Hay cosas que de manera objetiva tienen una continuidad y pueden estar desarrollándose desde hace años. Estaban aquí el año pasado, estaban aquí este 2022, y seguirán estando este 2023, como el cambio climático, o con más evolución, la cuestión energética
Es en este tipo de procesos donde más nos podemos “agarrar”, y de donde departen bastantes predicciones con más fundamento. Cambio climático, cuestión energética, los otros 8 límites planetarios, las dinámicas de mercado (aunque por dentro son volátiles)...
Tienen mucha inercia, y además actúan como “pilares” de otros procesos. Son complejos, compuestos de varios elementos más pequeños y relaciones entre ellos, actúan de maneras a veces impredecibles, pero son mastodónticos. Es imposible (palabra que hay que reivindicar con el debido uso) que desaparezcan de hoy para mañana y muy, muy, muy difícil nivel super-boss que desaparezcan de un año para otro (con suerte, que cambien de estado tipo que se aceleren o se frenen en contra de la inercia original ya sería una meta difícil)
Ahora bien, cuando nos acercamos a un espacio más reducido como un sector local, es fácil confundir procesos estructurales con patrones ‘business as usual’ frágiles o con muchas interdependencias, y pensar que todo va a seguir igual porque siempre ha sido así
También tenemos eventos predecibles porque ya están marcados en agendas, como las Olimpiadas, las cumbres políticas, algunos tipos de eventos culturales, o eventos electorales. Este 2023 hay muchas de esas cosas ya anunciadas. Pero lo más importante no es que ya sirvan como hitos “predichos”. Lo más relevante es plantear y analizar qué influencia e impactos pueden tener (incluso las COP de clima y biodiversidad, que más que solucionar nada simplemente intensifican algunos mensajes y unas posiciones de poder…). Estructuran una parte de las agendas internacionales, nacionales o locales, y generan ondas de reacciones e interacciones en agendas individuales, pero también de instituciones, y mucho más
A nivel sectorial, sí que es cierto que ciertos patrones de conducta emergente (por ejemplo, nuevos estilos para web que comenzaban a llevarse) más o menos puede funcionar, es básicamente no tomar ningún riesgo en decir “esto que comienza a llevarse a mayor volumen y ser un algo entre noviembre y diciembre, seguirán siendo un algo para principios del nuevo año”. Una obviedad con trampa, porque a lo mejor -en bastantes casos- ahí se quedan esas tendencias. Y ahí volvería la pregunta del “para qué” -que no digo que no tenga, cada uno le encontrará una mayor o menor utilidad o relevancia…
Explicados de nuevo:
Parafraseando mal a William Gibson intencionalmente pero para que ayude “el futuro comenzó hace unos años, solo que no uniformemente distribuido”. Vivimos entre continuidades, y discontinuidades que no solo las marcan eventos humanos, sino transformaciones y transiciones que incluso no todas advertimos hasta que explotan en la cara en forma, por ejemplo, de facturas de la luz. O incluso eventos impensados, impensables o impredecibles (como gusten de ser llamados, como cisnes negros, elefantes, rinocerontes grises, todo animalitos…)
Los procesos o “tendencias” estructurales mandan o limitan, y no hay que perderlos de vista. Cada escala además tiene sus propios procesos y elementos estructurales -aunque hablar de multi-escalabilidad da para otro momento…
Los eventos (humanos) marcan agendas, y ya están puestos en el calendario. Marcan e intensifican momentos y actividades, generan ondas. Pero no son los eventos que marcan todas las pautas del mundo (sería quitarle cualquier peso a otros procesos del mundo, ir en contra incluso hasta del empirismo más básico y clasicón)
Se pueden tratar tendencias de menor escala para la reflexión, con cuidado de no considerarlos que actúan de manera independiente o que son trascendentales e iguales en valores en otros sectores, ámbitos o regiones. Porque nunca lo son por completo
Así, en fin, es solo una reflexión de lo que ando trabajando en mucha más profundidad estos años. Espero que os guste, os sea realmente útil o interesante de alguna forma :)
Creo que sobre todo, la idea es invitarnos a pensar si nos son útiles tantas predicciones, o si nos pueden venir mejor otras acciones, como pensar qué sucede, comentarlo, celebrar debates más que mesas redondas o conferencias a secas… Aunque últimamente no sé si las redes sociales invitan mucho a ello…
La pregunta es si es tan útil en todos los contextos tener que recurrir a una idea de procesos globales para poder establecer las pautas de acción locales -hay algunos casos donde es evidente que sí, como con la situación ecológica de la cual depende la economía, guste o no, y nuestro bienestar futuro o de larga escala…
¿Qué pensáis? Os leo en Mastodon o Instagram :) @lisrosello@mastodon.social
¡Os deseo muy feliz año nuevo 2023!